jueves, 3 de junio de 2010

Levanté la mirada del libro y la vi llorar. Las lágrimas le resbalaban mansamente por las mejillas. Se notaba que no hacía ningún esfuerzo por retenerlas, simplemente fluían al exterior. Creo que no se dio cuenta de que la miraba, quizás para ella en ese momento, ajena, no tenía importancia. Lloraba con la mirada perdida y la cabeza apoyada en la pared del vagón del metro. Creí sentirla; su honda y prolongada tristeza, su dolor, su ajenidad e inconsciencia del mundo en derredor, su pequeña nube... No lloraba compulsivamente, no había odio o rabia, no, simplemente su pena era tal, que era imposible retener aquello en su interior; aunque el exterior fuera un vagón de metro con decenas de gente alrededor.

domingo, 16 de mayo de 2010

A las mujeres de mi edad les gusta más hablar de zapatos que de política


No a todas, cierto es, no hay que generalizar, pero es una sensación. No me gusta admitirlo, pero (también es una sensación) creo que compran más periódicos, ven más telediarios y hablan más de la situación politico-social actual, los hombres que las mujeres de mi edad. En general, creo que a mucha gente (de mi edad) le interesa más hablar de zapatos que de lo que ocurre en el mundo, como si viviéramos en una obra de teatro, en la que cada uno interpreta un papel y el guión se basara en hablar de cosas banales para amenizar al público.

Parece que nos entretuviéramos a nosotros mismos para no caer en la cuenta de que, lo que hay es esto y lo que nos rodea, y nada más. Que este es el pais, el planeta donde vivimos y que este es el trozo que nos ha tocado vivir. A veces pienso que mientras hablamos de zapatos, lo importante se nos escapa entre los dedos de las manos y pueden pasar meses y años , incluso toda nuestra vida, sin que nos demos cuenta ¿alguien está intentando entretenernos para que no nos paremos a pensar en lo que pasa a nuestro alrededor? mantened a la multitud entretenida e ignorante para poder manipularla a nuestro antojo... fábulas, más bien creo que resulta más cómodo pasar por la superfície. Eso sí, una superficie bien pulida y brillante en la que es muy fácil y gratificante echarse a patinar tranquilamente.

Entre ropa, zapatos, gente, gafas, noche, fiesta, pintalabios, cañas y televisión, me gustaría sentarme y pensar ¿qué es todo esto?


martes, 12 de enero de 2010

SOSA CÁUSTICA

Ayer en El Hormiguero, el programa de Pablo Motos, me enteré de que para derretir la nieve en Madrid (no sé si en otras ciudades será igual) utilizan sosa cáustica. Ya no se utiliza la típica sal, sino que es sal, con sosa cáustica, ya decía yo que tenía un color muy raro... Al parecer es mucho más efectiva. Esta tarde, cuando he salido del trabajo, he visto a las palomas y los gorriones comer nieve, y he pensado que ellos no saben que la nieve está intoxicada y que nadie se preocupa de ello. He pensado, ¿qué culpa tienen ellos de que cada vez que nieva se monte un cristo de la leche y que la única manera de que todo sea confort para nosotros sea intoxicar la nieve que luego pueden comer animales de todo tipo? siempre es así, al final siempre es así, vamos destrozando aquello que nos rodea, somos como una apisonadora, por allí por donde pasamos, arrasamos. Y nos da igual el resto del mundo, porque evidentemente, nosotros somos ¡¡mil veces!! más importantes que el resto de los seres que nos rodean y conviven con nosotros. A veces me da la sensación de que soy la única que se plantea estas cosas y la única que siente que no es más ni mejor que un gorrión, simplemente otro ser vivo.

Hace un rato, en el mismo Hormiguero, ha salido Fernando Tejero poniendo de vuelta y media a Gallardón, Esperanza Aguirre o Zapatero (ha dicho que no sabía muy bien quién es el responsable) porque ayer sacó a pasear a su perrillo y comió un poquito de la nieve y se intoxicó. Tuvo que llevarlo al veterinario y le tuvieron que poner suero intravenoso. Se puso muy malito. Y yo me pregunto, ¿qué derecho tenemos nosotros de hacer todo esto? ¿no existirá otra manera, quizá más tediosa pero menos perjudicial para el resto de la vida que nos rodea? ¿por qué pensamos tanto en nosotros y tan poco en nuestro entorno y todo lo que hay en él? Egoísmo, egocentrismo y lo peor, antropocentrismo.

martes, 5 de enero de 2010

NOCHE DE REYES


Creo que es la primera vez que paso la noche de reyes sin mi familia, es más, creo que es la primera vez que no la celebro o que no voy a tener reyes... Hace algún tiempo, era la noche más emocionante del año. Mi padre nos bajaba a la cabalgata con frío de horrores y mi madre nos esperaba a la vuelta con unas sopas de ajo bien calentitas y roscón de postre. Limpiábamos y colocábamos los zapatos debajo del árbol (recuerdo una bronca de mi padre por poner las zapatillas de casa, le parecía muy cutre...) y nos metíamos en la cama llenos de ilusión y emoción a partes iguales. Mi intención siempre era pillarles, quedarme despierta el tiempo suficiente o bien confiar en que con el ruido, me despertaría. Pero según mi madre, estábamos tan agotados y extasiados por el gran día que caíamos rendidos en la cama, y tampoco éramos de los típicos niños que se despiertan super pronto, mi hermano y yo siempre hemos sido bastante, bastante osos... así que nos levantábamos tardecito y abríamos los regalos con rapidez. Yo recuerdo pedir exactamente TODO lo pin y pon, y según mi madre, de bien pequeña, un puesto y un camino. El puesto me lo trajeron (todavía lo conservo... ¡y la de juego que ha dado, con su caja registradora, sus frutas y verduras...!), el camino no sabían muy bien cómo.

En mi casa seguimos conservando la tradición de escribir una carta a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, poner los zapatos bajo el árbol y abrir los regalos con la mayor sospresa y emoción. A mi me encanta. Pero este año, por razones varias, estoy en Madrid; y la verdad es que me da un poco de pena, pero en fin, hay veces que las cosas tienen que ser como son, así que lo mejor será disfrutar de mi guardia de reyes, ¡¡que seguro que hay roscón por un tubo!!

El otro día, revisando fotos, vi algunas del día de reyes en la casa del río, aunque suene cursi ¿hay algo más bonito que la cara de un niño cuando abre los regalos que le han traído los reyes?