lunes, 21 de diciembre de 2009

MADRID NEVADO

¡¡Cuán rápido pasa el tiempo!! desde marzo no consigo volver a escribir en este mi espacio... y no por pereza, ya sabéis, sino por cambio de planes de complicada evolución y aceptación. Hoy de repente he pensado que me apetecía volver a escribir, buena señal. Creo que ha sido la nevada. Ayer cuando en la guardia, iba hacia la habitación a dormir, me quedé un rato en el hall de la puerta lateral viendo como caían esos copos como sandías y cómo todo se ponía blanco, blanco... ha costado, pero ha llegado. Parecía que el frío nunca iba a llegar pero aquí está, sé que para muchos es una locura, pero a mi me encanta el frío. Más bien creo que no es que me encante el frío, sino que me gustan los cambios de estaciones. Me gusta la primavera suave, el verano caluroso, el otoño fresco y lluvioso y el invierno frío y nevado, con sus guantes, su gorro, su bufanda gorda y su aliento vaporoso en la calle. Entonces hacía calor y ahora hace frío, todo cambia, sólo hay que dejar que el viejito del Tiempo te lleve en su barca hasta la otra isla.

Al mirar por el balcón y ver las pocas tejas nevadas que quedan en el convento me he dado cuenta de cuántas ganas tengo de Nochebuena y Navidad, sensación que no tenía hasta hoy, más bien al contrario, pero ya lo he dicho, todo cambia.

¡¡FELICES FIESTAS!!

martes, 10 de marzo de 2009

LA ECHO DE MENOS


Echo de menos a mi abuela Loreto. Es curioso cómo puede echárse tanto de menos a una persona que nunca se ha conocido. A mi me pasa, me lleva pasando toda la vida, y es extraño, porque he oído muy pocas cosas de ella. Se habla poco de mi abuela Loreto. Pero por alguna razón yo la echo en falta muchísimo. A veces me sorprendo pensando en cómo sonaría su voz, qué cosas diría, qué pensaría, qué forma de ser tendría, ¿se parecería a mi? Me gustaría tanto haberla conocido... y de la misma manera envidio a los que sí lo han hecho.

Cuando yo llegué ella ya no estaba, me faltó un mes para conocerla, y cuando empecé a tener uso de razón, tampoco estaba, pero yo ya la echaba de menos. A veces me daba la impresión de que sólo existía en mi imaginación y en los álbumes de fotos, siempre esforzándome por crearme una imagen suya. El otro día cuando hablando de otras cosas con mi tío Carmelo, me dijo que mi abuela Loreto era la mujer más elegante que había conocido, que nadie como ella fumaba con tanta elegancia, pensé, ¿por qué será que yo precisamente la echo tanto de menos?

domingo, 1 de marzo de 2009

GRIS CLARO CASI AZUL


Me gustan los días como hoy. Salir de la guardia el domingo por la mañana cuando todo el mundo duerme o está en la cocina tomando el café, y lo único que se oye son los pájaros y el silencio de la mañana, más aún cuando esa mañana es gris pálido como la de hoy. Me gusta la luz que tiene y cómo se refleja en las gotas de agua que se quedan en los barrotes de mi balcón. Me gusta la calidez de la llegada de la primavera lluviosa de esta mañana plomiza. Es como si la luz pintara todo de tonos plateados y lo envolviera y encajara en un cuadro.

Me he quedado un rato mirando desde el balcón y después de mi abstracción habitual me he dado cuenta de que había bolsas, vasos y demás artilugios de botellón, al lado de la papelera. Por lo menos lo han dejado al lado, he pensado. En San Juan, cuando bebemos algo en la calle, siempre llevamos toda la basura a la papelera o contenedor, pero casi nadie lo hace. A veces pienso, ¿por qué hay gente que pinta en estatuas, paredes, monumentos, que destroza árboles, tira la basura en cualquier lado, que se divierte torturando animales, destruyendo cosas? ¿por qué yo no soy así? ¿por qué hay gente que tiene sensibilidad por ciertas cosas y gente que no, con exactamente la misma naturalidad? no recuerdo haberlo aprendido (aunque supongo que lo hice) pero hay cosas que simplemente no encajan en mi cerebro. Es como la xenofobia, machismo u homofobia. ¿Por qué directamente eso nunca ha sido una opción para mi? ¿por qué yo puedo entender que dos hombres se amen igual que un hombre y una mujer sin que eso me cause repugnancia o miedo? Después de ver Brokeback Mountain lo pensé, ¿qué es lo que hay en el cerebro que unas personas son incapaces de soportarlo y otras ni siquiera lo notan, de la misma manera pasiva, sin intención, como por inercia? Me causa una infinita curiosidad desde siempre.

viernes, 13 de febrero de 2009

BIENAVENTURADOS AQUELLOS QUE SE ATREVEN A PENSAR


Hace unos días mi madre me dio el grado de giro que necesitaba, me dijo: "Sobre todo, porque te atreves a pensar en lo que sientes". Gracias mamá. Me caracterizo por darle demasiadas vueltas a la cabeza y a las cosas, por pensar mucho, por preguntarme y no quedarme satisfecha si no encuentro contestación, por cuestionarme el mundo. Hasta hace poco siempre había pensado que era una especie de defecto, que sería intrínseco a mi dubitativa forma de ser... pero no. No digo que no me pase, creo sinceramente que debería de darle menos trabajo a mi cabeza, pero me he dado cuenta de que por lo menos me atrevo a pensar en lo que siento, que no me da miedo dudar y cuestionar mi comportamiento y el del mundo que me rodea. Así que todos aquellos que como yo pensáis mucho y le dais vueltas a la cabeza... estáis de enhorabuena, porque hay gente a la que le da tanto miedo cuestionarse las cosas que vive, felizmente, eso sí, tan sólo sobre la superficie. Nosotros igual sufriremos más, pero seremos o somos personas más ricas y con más contrastes. Así que bienaventurados aquellos que se atreven a pensar, porque, lejos de denotar debilidad, así como tener miedo, pensar sobre las cosas revela capacidad de crítica, inteligencia y fortaleza.

domingo, 1 de febrero de 2009

2010: Odisea en el estanque


A veces me da la sensación de que la gente que me rodea o me rodeó en algún momento de mi vida empieza a posarse, a sedimentar en el fondo del estanque y que yo todavía sigo flotando de aquí para allá, como una diminuta partícula de fango. A veces me da la sensación de que me equivoqué y que los ideales empiezan a pasar factura a medida que te acercas a los 30. Cuando empezé Biología pensé que primero debía de hacer la carrera que me gustaba y luego ya vería. Ahora pienso que quizás me podrían haber gustado muchas otras cosas con las que ahora mi perspectiva laboral sería más halagüeña y como nunca habría hecho Biología, nunca habría pensado que habría algo que me gustara más. Porque lo que tengo clarísimo es que Biología es la carrera más bonita que existe, tanto que yo he disfrutado con prácticamente cada una de las asignaturas que he cursado. Desde la Botánica a la Biología Molecular, es una carrera preciosa que, en absoluto, me arrepiento de haber estudiado y al fin y al cabo es el camino que he elegido, por algo será y por algo fue. Supongo que lo que me ocurre es una mezcla de ver cada vez más cerca los 30, de ver cada vez más cerca el final de mi residencia, de ver cada vez más cerca el maldito año 2010 en el que todo esto se cumplirá mientras el resto de las partículas de fango se sedimentan formando un agradable manto orgánico donde estar.

lunes, 19 de enero de 2009

DE LUNES...


Los lunes no deberían existir. Siempre que digo esto hay algún pesi-realista que se empeña en fastidiarte el sueño dorado diciéndote que si no hubiera lunes, habría martes o lo que fuera. Sigo pensando que los lunes no deberían de existir. No sé si hubo algún tiempo en el que no odiara los lunes como ahora. En el instituto recuerdo perfectamente que odiaba los lunes y de manera similar los domingos por la tarde. Recuerdo a mi madre planchando ropa, mi hermano cogiendo el autobus de las 7 para Valladolid y una especie de pesado tedio que envolvía todo. Aunque si lo pienso bien, lo peor no son las tardes de domingo, sino tener que coger el bus en Soria para volver del fin de semana, allá donde estuviese.

Creo que los únicos momentos en los que no he odiado los lunes ha sido en Edimburgo, ya que realmente no tenía lunes (era un horario laboral un tanto caótico) y en Oviedo, porque tener clase era mucho mejor que tener que estudiar sola en tu cuarto.

Puede que sea el tiempo, la situación, el invierno, el frío, los astros... pero tener tan pocas ganas de ir a trabajar es horrible y frustrante. Lo bueno es que no todos los días son así, ¡¡podría acabar tirándome por un puente!! A veces pienso que lo mejor sería hacerme ermitaña, seguro que así no habría lunes que odiar. ¿Os imagináis no volver a decir nunca, qué putada mañana lunes? Para mi, sería mi sueño dorado.