Todo cambio es para mejor. Cuántas veces habré escuchado esta frase, sobre todo cuando alguien quiere darte ánimo. No sé si todo cambio es para mejor, seguramente no, habrá cambios buenos y cambios malos, cambios que nos gustaría dar y cambios que no nos gustaría que hubieran ocurrido... pero así son las cosas. De lo que estoy segura es de que todo cambio, asusta, incluso cuando ese cambio lo deseas con todo tu ser. Cuando eso ocurre, en tu interior se pelean como un torbellino, la impaciencia y las ganas de cambiar de piel, el miedo a lo desconocido y la ilusión. Es como la sensación que se tiene cuando estás en lo alto de un trampolín, quieres saltar, tienes muchas ganas de saltar y sentir el vértigo y la adrenalina por tus venas, pero a la vez tienes miedo. Y sólo hay dos opciones: saltar o no.
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